Queridos todos;
Hace un par de semanas estuve en la Paz, como veréis voy con un poco de retraso. Ha sido un regalo de reyes de mis caseros de Santa Cruz, que no se conforman con mimarme en esta ciudad, sino que además me hacen estos presentes.
No sé cómo voy a poder describir esta ciudad. Me aconsejaron, mis ángeles de la guarda, en este caso Silvia, porque Samuel se estrenaba en la visita como yo, que volara en ventanilla. Esta vez fui más asertiva y no me dejé usurpar el sitio, aunque tuve que sortear la propuesta, debe ser tradición en estos lares.
Hace un par de semanas estuve en la Paz, como veréis voy con un poco de retraso. Ha sido un regalo de reyes de mis caseros de Santa Cruz, que no se conforman con mimarme en esta ciudad, sino que además me hacen estos presentes.
No sé cómo voy a poder describir esta ciudad. Me aconsejaron, mis ángeles de la guarda, en este caso Silvia, porque Samuel se estrenaba en la visita como yo, que volara en ventanilla. Esta vez fui más asertiva y no me dejé usurpar el sitio, aunque tuve que sortear la propuesta, debe ser tradición en estos lares.
Cuando la azafata dijo comenzamos el descenso, ante mis ojos el Altiplano, una llanura infinita e infinitamente poblada, sin otro límite físico que la cordillera andina. Pasado el Illimani (macizo que gobierna La Paz), allí estaba, LA CIUDAD. En un descenso frenético sin orden alguno, se precipita en caída libre, hasta su punto más cercano al nivel del mar, a unos 3500 metros de cercanía eso si. Una depresión del terreno, con una concentración de construcciones que simulan un rompecabezas en cada una de sus laderas, una ciudad de locura rodeada de montañas (las más imponentes el Illimani y al lado opuesto el Huayna Potosí), entre las que se abre espléndida.
Lo primero que te llama la atención en La Paz son las mujeres, no sólo porque su vestimenta es especialmente llamativa, sino porque están absolutamente presentes. Las mujeres mueven el país, claro que esto ya lo sabíamos, las mujeres mueven todos los países, pero en la Paz sólo ves mujeres, ellas venden, ellas compran, ellas trabajan, ellas suben y bajan las cuentas, son las jefas y las empleadas de los negocios, en fin, son las dueñas de la ciudad.
Y luego están las mujeres de “Mujeres Creando”, que fueron quienes nos acogieron en “La virgen de los deseos”, su hogar-centro-sociocultural, en que tuvieron a bien alquilarnos un par de habitaciones. No hay ningún movimiento feminista del que yo tenga constancia, que hable tan alto, tan fuerte y tan claro como estas señoras. Supuestas locas que “sacuden” a la sociedad a través de la “acción de calle”, como ellas lo llaman, pero que tienen un discurso tan coherente que provocan el odio o el miedo, pero que se han ganado el respeto.
Bueno amores tengo que dejaros, creo que salimos a tomar una cervecita. Prometo ser menos perozosa y menos sesuda también. Un beso fuerte.