Hola queridas y queridos todos
Confieso que estoy escribiendo en éste, mi blog, más por desesperación que por una necesidad imperiosa de comunicación, o tal vez tengo la necesidad imperiosa de comunicar precisamente mi desesperación. Ando en este mundo cibernaútico, si es que se dice así, desde tempranito en la mañana, son las 12.35, que aquí ya es la tarde, porque es la hora del almuerzo, y todavía no he logrado encontrar un billete que pueda pagar y me lleve a encontrarme a tiempo con mi futuro laboral inmediato. Tendrá razón la loca italiana y será la energía que transmito, es decir, ni putas ganas de salir de Cali, será, seguramente será. Tendré que concentrarme un poco y pensar en las experiencias maravillosas que me esperan en cierta ciudad de la costa peruana, pero lo cierto es que la tierra del Imperio Inca, por lo pronto, no ayuda con la opresión en el pecho que me provoca dejar la linda Cali, sobretodo por aquellos que la habitan, claro.

Nada niños, sigo en mi tarea, que pena (de la pena colombiana, es decir: qué vergüenza), descargar en vosotros estos pocos pensamientos negativos o tristes o qué sé yo...

Un besazo, os quiero.