Han llegado dos cosas de España esta semana. Una ha sido una muy mala noticia, una burla de la vida, a veces tan incomprensible. Pido perdón por no poder estar allí. Un beso Jose.

La otra es un tesoro que me quema en las manos y con el que no sé muy bien qué hacer. Un tesoro que no brilla, pero arde.

En el barrio de San Antonio el sol es tenue, sol de tarde de invierno, las calles están tranquilas y silenciosas. Sábado por la tarde en la colina del barrio de San Antonio. Hoy es mejor escuchar el silencio.
Hola queridos;

Siento no poder acompañar el texto de hoy de ninguna imagen, pero igual eso me ayuda a salir del relato turístico al que os tengo sometidos, "guía de viajes alternativa" dijo que parecía mi blog cierta amiga mía, razón tiene la cabrona de ella, jaaa.

He dado un pequeño salto y me encuentro en estos momentos en Colombia, en Cali, para ser más precisos, visitando a mi amigo Dan. Ha sido un aterrizaje terrible, nada más poner mi pie en esta tierra, nos fuimos a pasar la semana santa a "Amor y Paz", un sitio terrible, en medio de la montaña, en el que sólo se oyen el río y los pájaros en la mañana. Un lugar horroroso, en el que todo era cocinar, charlar, fumar, volver a cocinar, pasear, leer, dormir, bañarse en el río, fumar, guitarrear, cocinar de nuevo, dormir otro rato, leer, fumar, horrrriiiibleeeeeeeeeeeee!!!!!!.

Menos mal que estoy de nuevo en la ciudad. Hoy sólo quería deciros hola, después de haber sobrevivido a una experiencia tan atroz.

Colombia es verde, loca, conversadora y delirante.